“No hay nada más misterioso que la claridad” Paul Valéry



Hay un orden oculto que subyace en todos los ámbitos del mundo natural. La naturaleza aparentemente caótica responde a reglas, preceptos que disponen el  caos y complejidad que observamos. Patrones simples se repiten innumerables veces dando lugar a todo lo creado, en todos los reinos y todas las escalas, desde lo muy pequeño hasta lo inconmensurablemente grande, moléculas, también  galaxias. La armonía que se origina por la disposición geométrica de los elementos naturales, les infunde una belleza intrínseca que impacta nuestros sentidos a un nivel profundo, inconsciente. La presencia de este equilibrio supone un diseño inteligente.


La necesidad del hombre de encontrar respuestas a los procesos y fenómenos de la existencia lo lleva a intentar develar la lógica del cosmos. El orden natural implica la presencia de una inteligencia superior que configura el universo. Es así que la relación con el entorno deviene espiritual.  Contemplamos la belleza de la naturaleza como una experiencia estética, gratificante que puede ser paradisiaca y sosegada, representación del Edén primordial.


Esta muestra es el resultado de  la investigación de mis últimos años. Desarrolla el aspecto sosegado, producto de esa organización interna del mundo vegetal que en la mayoría de los casos no apreciamos,  permanece oculta a nuestros ojos.  La presento como una invitación estética que resume mi percepción del espacio que habito y donde se concreta, además, mi apreciación del ambiente natural. 


La relación del hombre con la naturaleza virgen ha sido contradictoria. Hay una necesidad ancestral de vincularse con ella y disfrutar la energía y paz que brinda, también de conquistarla, doblegarla. Esta complejidad  en el mundo natural puede representar agresividad, profusión y exuberancia, puede encarnar la aprensión ante lo desconocido, ante el peligro inminente que subyace en lo salvaje. Sin embargo en este caso la intención es otra, busco destacar  su aspecto controlado y sereno.


Mi trabajo se ha desarrollado utilizando la geometría como hilo conductor. Anteriormente fue la arquitectura de pueblos ancestrales de  nuestro continente o el movimiento del agua el motivo de inspiración. Ahora, el punto de partida son los patrones que sirven de base y se despliegan para crear el mundo que nos rodea. 


Esta exposición hace hincapié en las relaciones ocultas entre la geometría y la materia que encarna el entorno. Imágenes de hojas, árboles y detalles naturales conviven con relieves que crecen  por repetición de elementos geométricos simples formando estructuras complejas que intentan recrear lo que observamos.  


También presento imágenes de las copas de árboles, ese techo verde que constituye un ecosistema rico y variado que en nuestras ciudades se está perdiendo. Susan Sontang destacaba el poder de las imágenes para movilizar el sentimiento ético. Sin intención  moralista pretendo hacer visible ese techo vivo apelando a la posibilidad de que visibilizándolo y a través de la contemplación estética, se despierten sensaciones y recuerdos que lleven a reconocer la importancia de su respeto y conservación.


































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