JOYERÍA ESCULTÓRICA



"Exposición Escultura Mínima"

Las obras que integran esta exposición forman parte de una propuesta que gira en torno al tema de lo femenino. En esta oportunidad, el cuerpo femenino y sus fetiches, corporeidad y ornamento, se convierten en excusa para plantear un grupo de esculturas que indagan en las relaciones entre la tridimensionalidad como experiencia creativa y el cuerpo como soporte y ámbito de prácticas estéticas.








A través de la historia la obra tridimensional ha sido concebida tomando en cuenta su ubicación en un lugar específico al que daba sentido. Vinculada a la actividad de la arquitectura ambos ejercicios se complementaban. También, desde el nacimiento de la humanidad, la disciplina escultórica ha sido un vehículo para conmemorar, honrar y aclamar situaciones, personajes y creencias. Sólo en el siglo XIX se apartó de propósitos y  desempeños para reclamar su autonomía, para indagar el espacio, forma y volumen y conquistar su independencia.



En Escultura Mínima se combinan ambas tendencias. Son obras exentas que también cumplen una función, situación que sin embargo, no las supedita ni condiciona a ubicación o significado. Aquí la funcionalidad remite a la joyería porque pueden ser llevadas en el cuerpo, donde el espacio que se abarca y modifica es el entorno pero también es la materia que nos integra, lleno y vacío que se confunden e intercambian en un juego que establecen el objeto y la corporeidad que lo alberga.




Estas esculturas de pequeño formato se componen de dos partes que se ensamblan, donde una actúa como apoyo de otra de menor dimensión susceptible de ser utilizada como ornamento corporal. 

Los soportes, realizados con pletina delgada de acero, consisten en  un juego de líneas que se mueven por el espacio dibujando triángulos, óvalos y rectángulos que se convierten en pilar pero también en albergue de las piezas más pequeñas. 
Los elementos de menor dimensión han sido concebidos como anillos y muestran características compositivas distintas. La disposición del volumen, formado por cintas de bronce bañadas en oro, permite que los dedos que reciben sean cobijados por las formas que se despliegan complejas: algunas son geométricas, un juego de trapecios y óvalos que se encuentran y separan; en otras, concurren franjas y volutas que suben arremolinadas o coinciden como fragmentos de flores detenidas en el metal que las concreta.


El material constitutivo refuerza el carácter dual de los objetos, perlas, piedra, bronce y oro que remiten a la escultura y a la joya, simbiosis que no deslegitima más bien reafirma una tradición, no en vano Hefesto era Dios de orfebres y fundidores, de su fragua  salió  el collar de Harmonía, también el carro de Helios.                                    

En estas obras, la frontera configurada por la piel, esa línea limítrofe con lo diferente, se

En estas obras, la frontera configurada por la piel, esa línea limítrofe con lo diferente, se convierte en posibilidad de encuentro e integración, simbiosis entre obra de arte y corporeidad que recibe, donde al tiempo que el ojo transita la forma, el volumen recorre y es aceptado por el cuerpo que lo alberga. Escultura Mínima es un objeto que por igual actúa exento o sobre la piel, es ornamento y obra autónoma, para la contemplación o para su uso, donde el espacio corporal, finito y aprehensible, constituye un vehículo más para la manifestación de la práctica artística.



Ingrid Lozano
Agosto 2010.




Invitación