¿QUÉ DIFERENCIA LA JOYERÍA DE LA ESCULTURA?

Alguien dirá que el material con el cual se trabaja,  quizás el formato, o que la joyería es un oficio artesanal por su carácter utilitario. Todo esto es cierto, sin embargo, no se puede negar que para ser un buen orfebre es necesario conocer y dominar todos los principios de composición tridimensional.  

Se debe entender el espacio, jugar con forma y volumen, además, estar concientes de que un anillo o unos aretes son objetos artísticos que se deben adaptar al cuerpo, deben ser cómodos, además de hermosos, porque así como la escultura interviene el espacio, la joya modifica y se  integra a ese otro espacio, al de la piel, al corpóreo.  

Es más fácil establecer esta relación cuando el escultor trabaja el metal, cuando forja y soldadura son cotidianas. Pocas veces vemos a un escultor contemporáneo incursionar en ambas áreas, sin embargo, existen ejemplos de importantes artistas que ejercían indistintamente los dos oficios. 

Es notable la obra del florentino Benvenuto Cellini, también la de Juan de Arfe, alemán de nacimiento radicado en León (España), quienes durante el siglo XVI trabajaron en oro, plata y bronce. Ambas actividades, la de joyero y escultor, fueron de uso cortesano, una dirigida a destacar el lujo, sofisticación y esteticismo del particular mundo de la corte, la otra, a ostentar el poder y dominio del príncipe gobernante.

Más recientemente, a comienzos del siglo XX, el movimiento Art Nouveau y artistas como Salvador Dalí, Picasso  y Alexander Calder brindan excelentes ejemplos de esta afortunada simbiosis.


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